viernes, 11 de noviembre de 2011

“Economizarás las fiestas”*. Una reflexión sobre la reorganización del calendario laboral.

* Adaptación propia del Tercer Mandamiento de acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica – “Santificarás las fiestas”.

El reciente documento Informe relativo a la racionalización del calendario de festivos publicado por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha vuelto a poner sobre la mesa de debate el supuesto efecto negativo que tienen los días festivos sobre la actividad económica en general, y, en particular, sobre la productividad. Así, se propone la supresión de los días festivos “entre semana” (de martes a jueves) que generan “largos puentes” (puente festivo o fin de semana largo son términos utilizados en los países occidentales para referirse a un período de días de fiesta o vacaciones, que se forma al unir un día festivo con otro, o un fin de semana, ya sean días consecutivos o no; normalmente se suele juntar un día festivo que cae en jueves o martes con el fin de semana - http://es.wikipedia.org/wiki/Puente_festivo), de manera que todos los días de fiesta se pasen al lunes o al viernes argumentando el efecto positivo que esta medida tendría sobre la productividad de la economía española.

La propuesta no es nueva. De hecho, este fue el principal razonamiento esgrimido el pasado verano por el ministro italiano de economía, Giulio Tremonti, para proponer el traslado al domingo de tres días festivos nacionales (la Fiesta del Trabajo, la Fiesta de la Liberación y el Día de la República). Aunque finalmente la medida italiana - enmarcada en el plan de recortes “anticrisis” - fue revocada por el Senado, su mera propuesta abrió un interesante debate acerca del impacto económico de los días festivos.

Aunque realmente ambas tesis no tratan tanto de suprimir los días festivos como de reorganizar su distribución en el calendario de una forma más eficiente y racional. La cuestión previa debería ser si realmente existe un problema económico en torno a los días festivos “entre semana” y los posibles puentes que estos podrían generar; esto es, si efectivamente estos días tan señalados como esperados tienen un efecto neto negativo sobre la economía.

De una forma muy simple podría entenderse la argumentación básica: un día festivo es en definitiva un día que no se trabaja por ser fiesta, por lo que las empresas dejan de producir y de vender. Además, por un día festivo, o un puente, no se permite descontar los salarios de ese día. Así que, se mantienen los costes pero se reduce la producción (los días que se pierden es tiempo en el que no se produce ni se genera riqueza); por lo que es de esperar que disminuya la productividad. Desde este análisis sería sencillo concluir que, y en palabras del propio Giulio Tremonti, “a menos días festivos más productividad”. De hecho, y aunque resulta difícil encontrar estudios académicos que estimen el impacto de los días festivos sobre la productividad, se ha calculado que en México, por ejemplo, durante la celebración del Bicentenario de la Independencia, que provocó un “puente” de tres días inhábiles, la productividad disminuyó hasta un 40% esa semana. Además, en todo el año 2010, periodo en el que el calendario oficial en México marcó nueve días no laborales, se estima que, además de importantes pérdidas para las pequeñas y medianas empresas, la productividad del país disminuyó entre el 10 y el 15 por ciento (Instituto para el Desarrollo de la Innovación y Tecnología en las Pequeñas y Medianas Empresas – IDITPymes - de la Universidad de Guadalajara).

Pero no sólo está el problema de la productividad del factor trabajo; de hecho, y ante un “día festivo entre semana”, muchas empresas incurren en un “sobrecoste” derivado de tener que parar la producción para posteriormente “arrancarla” de nuevo. Además, numerosos pequeños negocios que “viven al día” pierden recursos económicos potenciales al cerrar en estas fechas. Así, y siguiendo con el caso de México, y según IDITPymes, los pequeños negocios pierden en un día festivo entre 136 y 540 euros (2.500 y 10.000 pesos) en ventas. En el caso de grandes empresas manufactureras las pérdidas superarían los 544.000 euros (10 millones de pesos).

¿Pero son todo aspectos “económicamente” negativos? Es evidente que no. En un día festivo, o no laborable, no todos los sectores productivos se ven desfavorecidos. Sin duda el sector turístico sería el más beneficiado por la proliferación de días festivos y puentes. También empresas del ocio, como cines, hostelería,… registran importantes ganancias estos días. Otro posible argumento a favor de los días festivos se basaría en el ahorro de energía asociado a estos días (la reducción o incluso paralización, de la actividad productiva redundaría en un menor consumo de energía).

Lo que parece evidente es que el impacto neto de los días festivos sobre la actividad económica es, cuanto menos, difícil de valorar.

La alternativa que propone la CEOE de trasladar los días festivos “entre semana” al lunes o viernes sería una forma de acabar con los largos puentes para que no se pare la producción y se ahorren costes en el arranque posterior de la actividad. Esto contribuiría además a hacer los fines de semana más largos con lo que no se penalizaría la actividad turística, sino que incluso podría llegar a fomentarse. Básicamente se trataría de una adaptación de la organización actual del calendario laboral al modelo anglosajón, en el que los días festivos “entre semana” suelen trasladarse al lunes más próximo (en el Reino Unido, por ejemplo, varios días festivos a lo largo del año se concentran en los lunes y son conocidos como Bank Holiday).

La idea que subyace tras este modelo, aparte de los ya comentados argumentos económicos (ahorro de costes y fomento del turismo), es que a la hora de festejar un determinado hecho lo que realmente debería importar es el propio hecho en sí mismo y no tanto la fecha en que se celebre. Por ejemplo, en Estados Unidos, el Presidents Day, que conmemora el nacimiento de George Washington, se celebra el tercer lunes de febrero y no el día exacto en el que nació el primer presidente de la nación. Lo mismo es aplicable a la celebración del nacimiento de Martin Luther King (15 de enero), que desde 1986 se celebra el tercer lunes de enero. Y hay otros muchos ejemplos como el Día del Trabajo, el Día de Colón,…, todos ellos festejados en lunes. Aunque también hay excepciones, como el 4 de julio.

Conviene enfatizar que el problema existente en el caso de la economía española, en caso de haberlo, no sería el número total de fiestas que tenemos respecto a otras naciones del continente. El calendario laboral para el año 2012 (Boletín Oficial del Estado, del viernes 14 de octubre de 2011) establece que cada español disfrutará de 14 días festivos (siete fijos para todo el territorio nacional, dos marcados como días festivos nacionales que cada región puede trasladar a su libre conveniencia, tres más determinados por cada comunidad autónoma y, finalmente, dos días festivos adicionales fijados por cada término municipal - habría que añadir que si el día festivo señalado cayese en domingo, es de obligado cumplimiento para las autoridades trasladarlos a un día laborable -). Bélgica, por ejemplo, ha establecido 20 días festivos para el mismo periodo; Italia 18, Austria 17, Francia 16, Alemania 15, Portugal 14, Países Bajos 14, Inglaterra 12,… (http://www.web-calendar.org/es/holidays).

La propuesta de la CEOE sugiere mantener tan sólo tres días festivos “inamovibles” (el 1 de enero, el 12 de octubre y el 25 de diciembre) y trasladar el resto de festividades a los lunes o los viernes. Así, por ejemplo, las próximos días festivos de La Constitución y La Inmaculada en lugar de celebrarse los días 6 y 8 de diciembre de 2011 (martes y jueves) se trasladarían al 5 y 6 de diciembre (lunes y martes) evitando el “gran macropuente” que podría generarse.

El debate queda abierto.

martes, 8 de noviembre de 2011

Apostar por la objetividad: ¿Quién ganó #eldebate #20N?

La extraordinaria expansión que ha experimentado la oferta de la industria del juego ha alcanzado a la política. Desde hace tiempo los diferentes bookmakers ofrecen la posibilidad de apostar por la victoria de un candidato u otro en diferentes comicios electorales a lo largo y ancho del mundo. Más allá de la posibilidad de obtener un rendimiento económico a través de este medio, las cuotas fijadas por las casas de apuestas suponen un fiable indicador de la incertidumbre en el resultado final del evento (elecciones). De una manera muy simple la cuota reflejaría la inversa de la probabilidad de éxito de una u otra opción (ajustada, claro está, por el “margen de beneficio” que se reserva el operador; generalmente entorno al 10%). Así, una cuota de 1,01 supondría que la casa de apuestas está asignando una probabilidad de éxito de más del 90%. Vamos, qué considera que el suceso es “casi (pero no totalmente) seguro”. Estas cuotas son calculadas en algunos casos de forma metódica y exhaustiva tratando de internalizar todos los factores (externos o no) que puedan influir en el resultado. Las principales firmas disponen de grandes equipos de profesionales y asesores que tratan de ajustar al máximo las diferentes probabilidades. En otros casos, las cuotas son el reflejo de la oferta y la demanda (las preferencias) de los propios usuarios, con lo que los determinantes de las probabilidades son internalizados por ellos mismos. No hay nada más objetivo. Mucho menos cuando lo que hay en juego es dinero. Betfair, una de los principales bookmakers del mundo, ofrece la posibilidad de apostar al ganador de las próximas elecciones generales de España #20N (también al número de parlamentarios que obtendría uno u otro partido). Las cuotas asignadas por Betfair (a expensas de la ley de la oferta y la demanda de sus propios usuarios) a Mariano Rajoy y a Alfredo Rubalcaba constituyen, en este caso, un “buen” indicador de la probabilidad de éxito de cada candidato (mucho más objetivo que cualquier encuesta). Como ejercicio experimental las cuotas que Betfair ofrecía a última hora de la tarde de ayer (7 de Noviembre de 2011): Mariano Rajoy (1,03) – Alfredo Pérez Rubalcaba (30); y las que establecía a primera hora de hoy (8 de Noviembre de 2011): Mariano Rajoy (1.03) – Alfredo Pérez Rubalcaba (34). Entre ambos instantes tan sólo un suceso destacable: #eldebate. Parece por tanto que, y ¿a consecuencia del debate electoral? la probabilidad de que Rubalcaba acceda a la Moncloa es significativamente menor hoy de lo que era ayer. Más allá de la subjetividad y el sesgo de los diferentes sondeos de opinión o encuestas que se han realizado post-debate y para los que, y según el cristal con quien se mire, o ha ganado uno o ha ganado otro; para la industria de las apuestas, hoy Rajoy es aún (en términos relativos) más favorito. Y como dije antes, con el dinero no se juega.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Iberia Monopoly

El problema de que Asturias pierda la conexión de Air Europa con Madrid (cese anunciado para el próximo 19 de Noviembre) - siguiendo la estela que dejaron Spanair o easyJet - no es sólo la considerable merma que se causará en la ya pobre oferta del aeropuerto de Santiago del Monte sino que la principal conexión con el aeropuerto de más tráfico internacional de España quedará bajo el poder de mercado de Iberia.

Aunque uno podría dedicar parte de su tiempo, y de estas líneas, a reflexionar acerca de la rocambolesca historia del expediente del contrato que pactó el anterior gobierno regional con la compañía y que misteriosamente tuvo que ser localizado tras una “sherlockholniana” inspección en los locales de la Sociedad Regional de Turismo, o del porqué todavía el actual ejecutivo no ha tomado cartas en el asunto, no procede.

La preocupación central ha de ser el nuevo (aunque viejo conocido) escenario al que se enfrentarán los pasajeros que desde Asturias se desplacen a / o conecten vía Madrid. Quedar a merced de Iberia, supone tener que asumir un servicio malo, poco competitivo y extremadamente caro. Aparte de los cotidianos retrasos y cancelaciones a los que suelen tenernos acostumbrados los vuelos de Iberia, su posición de monopolio llevará consigo el que los billetes entre el Principado y Madrid se sitúen nuevamente entre los más caros de España

¿Pero no hay realmente otras alternativas? Las suplicas de los consumidores se abrazan a la posibilidad de que al menos la compañía mantenga dos conexiones diarias con Madrid (la primera y última del día, calificadas como de “rentables” por la propia Air Europa)

¿Y el AVE? Lamentablemente ni está, ni se le espera.

Sin embargo, las penurias del Aeropuerto de Asturias no acaban aquí. Hace relativamente poco Vueling anunciaba que el vuelo que conectaba a primera hora la región con Barcelona se retrasaría a las 10 de la mañana. Esto además de suponer la pérdida de la posibilidad de conectar con numerosos vuelos internacionales, impide a comerciantes, empresarios, … llegar a Barcelona a primera hora de la mañana; que se supone era lo realmente interesante de la conexión.

Por otra parte, esta pequeña reflexión me conduce a otra mucho más profunda y relevante. Algún día trataré de buscarle la lógica económica al hecho de que Asturias, Santander y León tengan cada uno su propio aeropuerto. Tres aeropuertos para abastecer un área de poco más de 2 millones de habitantes. ¿No bastaría con uno que centralizase una buena oferta de conexiones – incluso internacionales -, competitiva y de calidad? Apenas hay 120 kilómetros entre Oviedo y León y unos 200 entre Oviedo y Santander. Entre Santander y León los kilómetros serían unos 290. Elegir la ubicación correcta e invertir en mejorar las comunicaciones entre las tres ciudades, intereses “partidistas” aparte, resolvería la cuestión, ¿o no? La pena es que creo que este “tren” ya ha pasado o nunca llegará.

Menos mal que siempre nos quedará París.